La vida como desencarnados (1ª parte)

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¿Qué hace el Alma cuando no está dentro de un cuerpo físico humano? ¿Vive solo a través de un cuerpo físico, ya sea humano o de otra raza alienígena, o puede experimentar ciertos períodos de vida sin utilizar un cuerpo? Todo depende de sus intereses y de las misiones que debe llevar a cabo, por lo que e llaminará sus decisiones de encarnarse o desencarnarse en función de las misiones que deba cumplir. Durante los años en los que no estás encarnado en un cuerpo humano, por ejemplo, en los años entre una vida humana y otra, puedes elegir encarnarte en otro lugar, por ejemplo, en otro planeta o en otra dimensión, o permanecer desencarnado durante un tiempo. En este punto, las opciones son básicamente dos: vivir desencarnado en esta dimensión o vivir desencarnado en otra dimensión, naturalmente durante el tiempo que tú, como Alma, elijas permanecer, hasta que tu misión concluya o hasta que consideres que es el momento adecuado para pasar a otra serie de experiencias. Para simplificar el concepto, y que te resulte más fácil de entender, podríamos decir que si eliges permanecer desencarnado durante un tiempo en este mismo planeta, tu presencia se clasificaría con el término «fantasma». En cambio, si te trasladaras a otra dimensión lejos de la nuestra, para vivir una experiencia en ella como desencarnado, seguirías siendo una entidad, pero para los habitantes de esa dimensión serías considerado una entidad o, mejor dicho, un «ser dimensional». Como esencia, seguirías siendo un Alma sin cuerpo físico, pero dependiendo del lugar, del contexto en el que te encontraras y de la forma que adoptaras en ese momento, tu presencia tomaría un nombre diferente. Imagina ahora que puedes comunicarte con el Alma de un familiar tuyo fallecido hace tiempo, cuya presencia, sin embargo, ha permanecido cerca de sus familiares. Pues bien, esta forma que adopta el Alma se denomina Fantasma, para indicar precisamente el Alma de una persona fallecida. Los fantasmas forman parte de la categoría Entidades, que son todas aquellas formas astrales entre las que se encuentran, por ejemplo, los Orbs, las Shadow People o las larvas, que son otros tipos de seres vivos que pueden moverse junto a esta dimensión y, por lo tanto, a veces puedes verlos con tus propios ojos. Por lo tanto, con entidad se indica todo aquello que no tiene un cuerpo físico, sino que es solo energía, y se distinguen en subcategorías entre las que conocemos precisamente a los fantasmas, es decir, las Conciencias o las Almas de las personas fallecidas. En cambio, los orbes, las larvas, etc., no son personas fallecidas, sino seres vivos hechos de energía que viven en estas dimensiones astrales, pero que nunca se han encarnado en cuerpos humanos, ya que se trata precisamente de esencias diferentes; son como la fauna dimensional. Las personas sombra, por su parte, pueden definirse como seres dimensionales, ya que viven y provienen de otra dimensión muy diferente a la nuestra, pero a veces podemos verlos en la nuestra, por ejemplo, ver esta sombra negra de apariencia humana que se mueve a través de las paredes de la casa o de estructuras en las que circula un aire pesado, un poco negativo y estresante. También es posible verlos en la escuela, en la oficina o en un edificio de apartamentos, ya que se trata de entidades que se mueven principalmente en lugares cerrados, de hecho, es más probable verlos pasar junto a la pared que en el aire. Sin embargo, es diferente ver un orbe, que es más probable que veas volando en el aire que posado en una pared. Las sombras, que todos conocemos como «el hombre negro», se mueven junto a la pared o incluso a través de ella, por lo que son más fáciles de reconocer que otro tipo de entidades. En esencia, la diferencia entre un fantasma y un ser dimensional es que el fantasma es la conciencia de un humano fallecido, mientras que un ser dimensional es una presencia que proviene de otra dimensión, por lo que no es un humano fallecido. Estos términos te sirven para comprender si la entidad que tienes delante es un exhumano o una presencia procedente de otro mundo. Así, un ejemplo de fantasma podría ser ver la Conciencia de un familiar fallecido, como tu abuela o tu bisabuela, mientras que un ser dimensional es algo que nunca ha sido humano, de hecho, tiene una forma muy diferente. A este respecto, te muestro una fotografía que tomé yo mismo de un ser dimensional que pude inmortalizar hace algún tiempo, durante mis experiencias prácticas.

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Se trata de una experiencia que he relatado con gran detalle en los libros «Tomemos conciencia de los ALIENS, aprendiendo a reconocerlos», ya que se trata de una experiencia que tuvo lugar durante la apertura de un portal. En los tres volúmenes, que contienen toda la información sobre el tema de los extraterrestres, expliqué la diferencia entre un extraterrestre físico y un ser dimensional, mostrando la foto tomada (¡real, sin retocar!) durante mi práctica. En los tres volúmenes encontrarás el tema descrito con todo detalle, con información que no encontrarás en ningún otro sitio, ya que se trata de una experiencia real y vivida en primera persona. Llegados a este punto, entendemos la diferencia entre una experiencia fantasmal, por así decirlo, y la experiencia en la piel de un ser dimensional. En el caso de una experiencia en forma de ser dimensional, se trata de una experiencia en la que tú, en forma astral —es decir, sin encarnarte en un cuerpo físico—, frecuentas otra dimensión muy lejana y diferente de aquella en la que has vivido durante mucho tiempo. Por poner un ejemplo, es como si un ser que ha vivido durante mucho tiempo en otra dimensión de otro planeta muy lejano del nuestro, viniera en forma de entidad a visitar nuestro planeta, permaneciendo obviamente en las dimensiones astrales, pero experimentando el planeta Tierra. Dado que se trata de un ser que no pertenece a este planeta y que podría ser incluso la primera vez que lo visita, lo reconoceremos como un ser dimensional, porque se trata de un «extraterrestre» pero sin cuerpo físico, por lo que se le llama ser dimensional. En esencia, ambos son alienígenas en este planeta, pero a los físicos los llamamos alienígenas, mientras que a los dimensionales (que no tienen cuerpo físico) los llamamos seres dimensionales. Para aclarar cualquier duda, en los libros sobre alienígenas hablo a menudo del hecho de que pueden visitar un lugar en el plano astral, por ejemplo, a través de su psique o mediante la tecnología. Aunque pueden visitar las dimensiones astrales, en su dimensión física poseen un cuerpo en el que están encarnados, por lo que son «alienígenas» porque poseen un cuerpo físico. Los seres dimensionales, en cambio, no poseen un cuerpo físico, ya que son almas desencarnadas y, por lo tanto, sin cuerpo. Si reencarnas en un cuerpo terrestre, eres automáticamente humano; si te reencarnas en un cuerpo que no es terrestre, eres automáticamente alienígena; si no te encarnas, sino que permaneces desencarnado durante un tiempo, eres una entidad, es decir, un alma sin cuerpo; si, en forma de entidad, decides visitar otras dimensiones muy diferentes y lejanas de esta, para los «habitantes» de esa dimensión serás definido como un ser dimensional. Sin embargo, a través de prácticas psíquicas, podrías decidir visitar otras dimensiones, incluso sin abandonar necesariamente tu cuerpo físico; un ejemplo de una técnica muy sencilla es la práctica del Viaje Astral, aunque esta no es la única forma de visitar otras dimensiones, ¡ni mucho menos! Es solo el comienzo de un largo viaje. En este caso, si aprendieras a visitar otras dimensiones, a pesar de tener un cuerpo físico, serías definido como un visitante dimensional y no como un ser dimensional. Por lo tanto, si un extraterrestre, es decir, una Conciencia encarnada en un cuerpo físico de otro planeta/dimensión, visitara una dimensión lejana a la suya, a los ojos de quienes no lo conocen sería un visitante dimensional, pero seguiría siendo un extraterrestre, porque posee un cuerpo material, aunque este se encuentre en otro lugar. Si, por el contrario, hablamos de una Conciencia que no tiene un cuerpo físico en ninguna dimensión, sino que está completamente desencarnada y viaja entre las nuevas dimensiones, se llamará Ser dimensional. Te he explicado esto con el objetivo de que comprendas, al menos a grandes rasgos, la diferencia entre quienes poseen un cuerpo físico y quienes no, de modo que durante tus experiencias y durante tus investigaciones sobre vidas pasadas, puedas reconocer si se trata de una vida humana, de una vida alienígena, o de un período de vida en el que fuiste un ser dimensional, o un fantasma, y así sucesivamente. Todo esto te servirá para aprender a recordar también lo que hiciste durante ese espacio entre una encarnación y otra, en lugar de recordar solo las vidas en las que tuviste un cuerpo físico y dejar en el olvido todas esas inmensas experiencias que viviste sin cuerpo físico, que no son menos importantes. Por lo tanto, entre una encarnación física y otra, podrías haber vivido mucho tiempo como ser dimensional, visitando lugares muy lejanos y diferentes de los que conoces hoy en día. Dimensiones absolutamente opuestas a esta, en las que no existen las reglas físicas que pertenecen a esta dimensión, o que poseen más y más duras que las de este planeta.

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De hecho, basamos nuestra concepción de la dimensión en lo que sabemos de este planeta, pero hay algunas que no pertenecen a ningún planeta y están absolutamente alejadas de cualquier forma de estructura que pueda tener un planeta material como la Tierra. Existen dimensiones totalmente astrales, en las que no existe la materia física, sino solo la energía. Sin embargo, cuando estás allí, existe una especie de dureza, puedes tocar o chocar contra algo tan denso que parece duro, casi como la rigidez de los materiales que encontramos en este planeta. Estos períodos de la vida de tu Alma son muy difíciles de recordar, pero con mucha práctica puedes llegar a hacerlo. Probablemente te preguntes por qué deberías elegir vivir un período de tiempo visitando otras dimensiones, sin un cuerpo físico. Hay varias razones, por ejemplo, porque no tienes tiempo para reencarnarte en esa dimensión y esperar a superar esa fase inicial de vacío de memoria a la que te enfrentas en dimensiones como esta durante la encarnación. Otra razón es porque estás visitando una en la que podría no existir la posibilidad de encarnarse en un cuerpo físico, ya que se trata de una dimensión puramente astral, hecha solo de energía que no se convierte en materia sólida, como es el caso de este planeta. O porque solo deseas visitarla rápidamente, y no quedarte allí durante muchos años de tu vida. En esencia, hay muchas razones por las que podrías elegir emprender un período de vida dimensional, aunque al final de esa experiencia volverás a elegir reencarnarte en algún cuerpo, porque muchas misiones requieren la encarnación física y no solo la presencia dimensional, con la que en ciertos aspectos eres más libre de actuar, pero en otros estás más limitado. Durante los años de espacio entre una vida física y otra, podrías elegir encarnarte en otras dimensiones, o visitarlas en forma de Alma sin cuerpo, convirtiéndote así en un ser dimensional; o bien, podrías elegir permanecer en este planeta, durante un período de tiempo, en forma de entidad. De hecho, otra forma en la que podrías haber pasado esos años desencarnado, podría haber sido en este mismo planeta, pero desencarnado. Las razones pueden ser muchas. Como ya se ha dicho, si se tratara de una Conciencia joven, utilizaría este tiempo para buscar un nuevo cuerpo en el que reencarnarse, porque la búsqueda requiere mucho tiempo y, sobre todo, el éxito de la encarnación, ya que encontrar un cuerpo no significa asegurarse de poder poseerlo. De hecho, muchas veces puede suceder que las Conciencias jóvenes tengan que luchar para conseguir poseer un cuerpo, ya que muchas Conciencias intentarán apoderarse de él y ganará quien sea más rápido y más fuerte en ese momento. Por lo tanto, algunas Conciencias pueden tardar mucho tiempo en encarnarse. Sin embargo, en el caso de las Conciencias más maduras, como las Almas, la situación cambia, ya que el tiempo transcurrido no se dedica a buscar un cuerpo físico, sino a realizar experiencias elegidas espontáneamente para aumentar sus conocimientos o para llevar a cabo algunas tareas importantes. Cuanto más evolucionada es el Alma, y por lo tanto psíquica, más capaz es de tomar decisiones sobre su vida, encontrándose ante un abanico de opciones mucho más amplio que una Alma más joven, como una pequeña Conciencia, que no ve ni tiene más opciones que las que le impone el destino. Por ejemplo, podría encontrarse infestando su antigua casa, en forma de fantasma, permaneciendo atado a sus viejos recuerdos durante un largo periodo de tiempo, en lugar de dejarla ir y comenzar una nueva vida. Por supuesto, en determinadas ocasiones puede ocurrir que incluso las Almas más conscientes decidan espontáneamente rondar su antiguo hogar para hacer saber a los demás que siguen allí, que no han «muerto realmente», sino que solo han abandonado su cuerpo físico. Por eso, algunas Conciencias infestan su propia casa porque no pueden desprenderse de ella, mientras que otras Almas lo hacen por elección propia, para enviar un mensaje o porque no les gusta en absoluto la situación que se ha creado: ¡que han muerto y que alguien más se está quedando con su casa y sus pertenencias sin ningún respeto! Por lo tanto, una Conciencia joven tiene pocas opciones, pero cuanto más evolucionada psíquicamente está el Alma, más capaz es de tomar decisiones refinadas, como por ejemplo pasar un tiempo en esta dimensión, en forma de entidad, sin arriesgarse a perder la siguiente reencarnación. Las razones que pueden llevar a un Alma a permanecer durante un tiempo en esta dimensión desencarnada son muy variadas. Por ejemplo, a veces lo hacemos para seguir a nuestros antiguos familiares, para protegerlos durante un tiempo y actuar como «ángeles de la guarda» para ellos.

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Otras veces, para observar este mundo desde otra perspectiva, para conocer aspectos de esta dimensión que no podíamos ver desde un cuerpo humano, ya que estábamos atrapados en las tareas cotidianas del trabajo y la vida social que nos ciegan cuando estamos vivos, y solo cuando morimos nos damos cuenta del tiempo que hemos perdido persiguiendo ciertas ilusiones. O bien, elegimos ayudar a personas totalmente desconocidas, ser útiles para el mundo, por ejemplo, comportándonos como «entidades guía» que canalizan los médiums, a veces utilizando nombres diferentes a los nuestros, porque no queremos revelar nuestra verdadera identidad, o para que se nos escuche más; o bien, elegimos perseguir a las personas que durante nuestra vida nos han hecho daño, o a aquellas que nos han llevado a la muerte, o a aquellas que nos han arruinado la vida, aunque sea psicológicamente, hasta el punto de quitarnos todo, incluso la esperanza, sin usar las manos, solo con palabras. Por eso, hemos elegido vivir un periodo de tiempo desencarnados en este mismo planeta, a la espera de reencarnarnos de nuevo, viviendo múltiples experiencias que han llenado ese espacio aparentemente vacío. De hecho, en el tiempo que transcurre entre una vida y otra, elegimos realizar acciones y experiencias de lo más variadas. A veces elegimos seguir las vidas de nuestros seres queridos, ya sean familiares o amigos, para ayudarles durante sus vidas, para actuar psíquicamente sobre su futuro de manera que se realice como ellos desean, para eliminarles el mayor número posible de obstáculos. A veces lo hacemos con nuestros parientes, otras veces con nuestros hijos, otras con una sola persona, eligiendo ocuparnos solo de uno de ellos, por razones que consideramos más justas. Por lo tanto, si a veces elegimos ayudar a toda la familia, otras veces nos convertimos casi en un guía personal, en el que, durante un cierto período de tiempo, ayudamos a esa persona en varios pasos de su camino, con la esperanza de mejorar su vida a un nivel más e . Rara vez elegimos pasar todo nuestro tiempo detrás de otra persona, porque en algún momento tenemos que irnos y encontrar nuestro camino, eligiendo reencarnarnos de nuevo o vivir otras experiencias. Sin embargo, a veces queremos tanto a alguien que decidimos quedarnos a su lado todo el tiempo que podamos, a veces hasta que llega el momento en que ella también se desencarna, esperándola para reencarnarnos de nuevo juntos, cerca el uno del otro. A veces no tenemos tiempo para esperar a otra persona, tenemos que reencarnarnos rápidamente, pero otras veces estamos tan profundamente conectados con esa alma amiga que decidimos esperarla y reencarnarnos cerca, naciendo incluso a pocos meses de distancia, en ciudades cercanas o muy lejanas, pero conscientes de que tarde o temprano nos volveremos a encontrar y reencontraremos el camino para estar juntos. Muchos podrían pensar que esto solo ocurre con el «alma gemela», es decir, con una persona amada como pareja en una vida anterior, pero esta no es la única forma de amar. Podría tratarse de una hija, un amigo o una persona espiritual a la que admiramos mucho, nuestro maestro de vidas anteriores. El amor no es solo sexual, es decir, el amor que sentimos hacia nuestra pareja, sino que existe un amor muy profundo entre las almas que no tiene en cuenta el sexo, sino las experiencias de vidas pasadas juntas. Por lo tanto, podrías elegir encarnarte cerca de tu maestro de vidas pasadas, en lugar de seguir a tu pareja de vidas anteriores, porque durante la reencarnación elegiste la prioridad que era más importante para ti. Por lo tanto, podríamos creer que, al desencarnarnos, elegiremos seguir y proteger la vida de un familiar o de nuestra pareja, pero esto no es una regla, ya que podríamos elegir seguir la vida de una persona muy lejana, que incluso podría no conocernos, para ayudarla en su camino, ya que sentimos la necesidad de ser útiles, al haber percibido que esa persona será útil para el mundo. Imagina un alma como la de Jesús, una persona que tenía que cambiar el mundo con sus propias manos: muchísimas almas eligieron estar a su lado, observarlo y seguirlo incluso después de desencarnarse, porque «en su pequeña medida» querían hacer algo útil por él, conscientes de que él cambiaría el mundo. Piensa en cuántas otras personas reciben ayuda en su progreso de entidades que a veces conocen muy bien, porque son familiares o amigos desencarnados, y otras veces son Almas que hemos conocido en vidas anteriores y que en esta vida nos siguen ayudando. Cuando pensamos en el ángel de la guarda o guía, damos por sentado que todos tenemos un ángel que vela por nosotros, casi como si fuera obligatorio que un alma pasara su vida cuidando de la nuestra, como si no tuviera nada más que hacer.

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En realidad, no todos tienen un «ángel de la guarda», ya que no todos han conquistado el amor y la admiración de otra persona que, cuando se desencarna, decide ayudarles durante un periodo de su vida. De hecho, pregúntate: ¿qué has hecho de especial por los demás para esperar que alguno de ellos elija pasar decenas de años desencarnado para cuidarte, observarte y protegerte durante toda tu vida, en lugar de elegir vivir su vida y pensar en su propio camino? ¿Qué has hecho tan especial por los demás como para esperar que ellos sacrifiquen toda su existencia por ti? De hecho, no todos tienen una entidad amiga que vela por ellos, simplemente porque no todos se interesaron en hacer amigos cuando estaban vivos, por lo que, cuando se desencarnarán, no tendrán ninguna razón para pensar en ellos y velar por sus vidas. Por otro lado, hay personas que durante su vida han sido muy buenas con los demás, hasta el punto de crear muchas más Almas amigas de las que se pueden imaginar, de modo que, al desencarnarse, muchas de ellas elegirán seguirles y estas personas no tendrán una sola entidad amiga que vele por ellos, sino muchas entidades que permanecerán a su lado para ayudarles durante su camino. Por supuesto, debemos recordar que cada entidad solo podrá permanecer durante un cierto periodo de tiempo, porque tarde o temprano tendrá que encarnarse y retomar su vida; por lo tanto, no tendremos el mismo «ángel de la guarda» durante toda nuestra vida, sino que podría aparecer una entidad amiga durante un cierto periodo de nuestra vida, o varias entidades amigas que aparecerán dispersas a lo largo de nuestro camino, o todas al mismo tiempo, si consideran que es importante actuar así. O bien, podríamos e o recibir nunca la ayuda de una entidad amiga, sino más bien recibir ataques de entidades enemigas que nos persiguen desde vidas pasadas. Todo esto depende de lo que hayamos hecho y vivido en vidas anteriores, de lo que en esta vida recogemos los frutos, independientemente de que sean sabrosos o podridos. De hecho, en algunos periodos de nuestra vida como entidades, elegimos seguir a algunas personas a las que queremos ayudar; otras veces, en cambio, elegimos perseguir a quienes nos han hecho daño. Imagina lo que pasaría si alguien, ya sea un conocido o un perfecto desconocido, matara a tu hija y te dejara con un vacío terrible dentro, dictado por tus sentimientos de culpa por no haberla acompañado esa noche, por haberla dejado volver sola a casa, o por haberla agobiado tanto que la empujaste a escaparse de casa a escondidas y a encontrarse con la persona equivocada en el momento equivocado, allí en la oscuridad, donde nadie podía oír sus gritos. ¿Cómo te sentirías? Sería un dolor que quizá no podrías soportar, ni siquiera después de años, ni siquiera cuando las lágrimas ya no pudieran brotar. A veces conseguimos seguir adelante y retomar las riendas de nuestra vida, a pesar de todo, a pesar de que alguien nos haya arrebatado con sus propias manos lo más querido del mundo. Otras veces, el dolor es tan fuerte que nuestro cuerpo enferma porque deseas con tanta intensidad alcanzar el alma de tu hija, que cada célula de tu cuerpo obedece a tu deseo y te deja ir, dejándote libre para salir de esa caja humana y encontrar el alma de tu hija. Pero esto no siempre es posible, a veces porque tu hija no tenía Alma o porque podría no pertenecer ya a esta dimensión y no podrías encontrarla, ya que se encuentra quién sabe dónde, en el inmenso universo. En ese momento, eres un alma sin cuerpo y el dolor que sientes dentro de ti, la rabia que sientes al ver que el asesino de tu hija sigue vivo y tú no, es tan fuerte que te empuja con el impulso más insidioso que podemos sentir: la venganza. Tú, que no tienes cuerpo físico, no ves nada más que al asesino de tu hija viviendo tranquilamente su vida, como si nunca hubiera hecho nada malo, como si nada hubiera pasado. La razón ya no está presente en tu mente y lo único que quieres es borrarle esa sonrisa de la cara, haciendo sentir el mismo dolor que tú has sentido, a la persona que te lo ha causado, a la persona que te ha quitado todo lo que tenías. Y en ese momento, ninguna ley humana puede detenerte, porque eres un alma sin cuerpo, eres una entidad y nada ni nadie puede impedirte perseguir a esa persona y provocarle accidentes, enfermedades, desgracias de todo tipo, incluso afectando a sus seres queridos con tal de hacerle caer de rodillas entre las lágrimas que durante años han acompañado tu rostro. Y eso es lo que quieres, no piensas en nada más, durante todo ese tiempo sigues persiguiéndole y arruinando cada momento feliz de su vida, porque eso es lo que quieres: quieres que sienta el dolor que tú has sentido. 

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Para el Alma que se encuentra en el astral, el tiempo transcurre de forma diferente, la propia percepción del tiempo es diferente, y mientras tú no piensas en ello y no te das cuenta del tiempo que pasa, para él están pasando años y décadas de vida en los que una entidad lo persigue, lo masacra, aunque sea invisible a sus ojos y a la vista de cualquier otra persona. Nadie puede verte, pero tú estás ahí, y siempre estás a su lado... Pero no por su bien. Este es un ejemplo de por qué un alma, y por lo tanto una entidad, podría elegir pasar mucho tiempo persiguiendo a una persona que aún está viva, causándole dolor y sufrimiento, y a pesar de todo, no se pueden negar sus razones. A veces, sin embargo, a pesar de la tristeza que sentiste en vida, a pesar de que alguien te quitó todo lo que te importaba, a pesar de que moriste de dolor y no de vejez, ni de un accidente, sino de pura depresión, te desencarnaste y luego miraste la vida desde otro punto de vista. Te miraste a ti mismo, miraste el alma de tu hija, miraste el cuerpo aún vivo de su asesino.... y has elegido perdonarlo. A veces has elegido dejarlo pasar, has mirado a tu alrededor y has dicho: «Está bien, es hora de empezar una nueva vida», dejando así atrás el pasado, consciente de que, una vez reencarnado, no recordarás nada de tu vida anterior... y esto, en el fondo, te da alivio. A veces elegimos la reencarnación precisamente para olvidar, para escapar de esa prisión de dolor que nos está matando de hambre, para empezar una vida en la que, por un tiempo, no pensaremos más en el pasado. Será como un renacimiento, ¡será exactamente un renacimiento! Porque no recordarás el dolor que te afligió. Volverás a empezar con los primeros pasos a través de un pequeño cuerpo nuevo, rodeado de personas felices de conocerte por primera vez: tus nuevos padres. Volverás a vivir, algo que en tu vida anterior te parecía imposible: es un nuevo comienzo para ti. Así darás tus primeros pasos, cometerás tus primeros errores, harás las primeras travesuras a tus padres y tendrás tus primeras discusiones... Saldrás de casa sin permiso, harás tonterías con tus amigos, decepcionarás a tus padres, luego os abrazaréis, haréis las paces y ellos te perdonarán. Tu vida seguirá adelante, sin recordar la anterior, y no tendrás motivos para sufrir por una hija que has perdido, porque ahora eres tú el hijo que preocupa a sus padres. Te estresarás cada vez que te pregunten dónde estás, los odiarás cada vez que te llamen al móvil, preocupados por ti durante la noche para que vuelvas a casa, porque fuera es peligroso. No los soportarás y no los entenderás, como ellos no entenderán que necesitas tu espacio y que no deben agobiarte, porque conseguirán el efecto contrario. Pero ahora eres tú quien les hace preocuparse, hasta que te conviertas en padre y corras el riesgo de cometer los mismos errores que ellos: estresarás a tu hijo hasta oprimirlo, por los miedos que te transmitieron tus padres, por los miedos inconscientes que te transmitió tu vida pasada, hasta obligarlo a escaparse de casa por la noche y no decirte nada, por lo mucho que lo has angustiado. Pero él estará bien, no le pasará nada. Sin embargo, tus miedos son profundamente inconscientes, debidos a experiencias pasadas que tu mente actual no reconoce ni concibe, pero se convence de que son miedos fundados en esta vida y justos, que te empujan a tratar a tu hijo actual como a un preso: encerrado en casa bajo la atenta mirada de tus ojos de halcón, hasta el punto de impedirle vivir su vida de adolescente, con sus amigos de su edad, por miedo a lo que hay ahí fuera. Tu miedo es comprensible, pero no debes permitir que tu hijo pierda todo y a todos en su vida desde tan joven, debido a tu miedo excesivo que te hace sofocante, hasta el punto de volverte insoportable a sus ojos, que tarde o temprano elegirá alejarse de ti para vivir finalmente la vida que le estabas quitando. Olvidar, durante la reencarnación, puede darte un momento de alivio, para desconectar un poco del pasado y volver a disfrutar de la vida. Sin embargo, después de años, no recordar quién eres y quién has sido se convierte en una carga, porque te impide comprender por qué eres así, por qué reaccionas de cierta manera ante las situaciones que se te presentan, sin entender la razón por la que todo te parece ya visto aunque no lo hayas vivido en esta vida. Olvidar tu pasado y el sufrimiento de tu vida anterior puede darte alivio durante un tiempo, pero luego, en un momento dado de tu nueva vida, tu mente estará lo suficientemente preparada para comprender el pasado y verlo desde otra perspectiva: ya no en primera persona, sino en tercera, porque verás tus vidas pasadas como si se tratara de otras personas ajenas a lo que eres hoy, y esto te dará la fuerza para soportarlas y perdonarte.

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La ruptura entre una vida y otra puede ser importante para no arrastrar el dolor anterior a la siguiente vida, pero en un momento dado de tu existencia necesitas saber quién eres, hasta el punto de darte cuenta de que ese sufrimiento de vidas pasadas no debe obstaculizar tus recuerdos. Aunque esa vida haya terminado así, no merece ser olvidada para siempre, porque has sido alguien, has vivido experiencias y has dejado, de alguna manera, tu huella en este mundo, por lo que necesitas recordar quién eres y lo que has vivido en el pasado. La vida no se compone solo de momentos difíciles, sino también de satisfacciones y proyectos realizados, por lo que recordarlos, incluso los más tristes, te llenará el pecho y colmará ese vacío que nadie en el mundo podrá llenar jamás, salvo tus vidas pasadas. Por eso, si en algunas ocasiones, en las que te encuentras en forma de entidad, decides ayudar a tus seres queridos durante un tiempo, otras veces puedes decidir perseguir a quienes te han hecho daño, o perdonarlos y pasar página en tu vida. Otras veces, decides pasar ese tiempo desencarnado, para visitar este planeta y observarlo desde otro punto de vista, desde los ojos de alguien que ya no está sometido a la sociedad, que ya no tiene que ir a trabajar, que ya no tiene que ganar dinero para poder gastarlo , que ya no tiene que levantarse temprano para ir a trabajar y sufrir una vida frenética. Podrás ver el mundo a través de los ojos de alguien que, por fin, está vivo, aunque ya no tenga un cuerpo físico, porque está viviendo la paz del momento, en lugar de correr más rápido que los demás para perseguir el tiempo antes de que se acabe. Por fin te sientes en paz y, durante un tiempo, querrás permanecer en ese estado. ¡Pero no para siempre! Porque después de un tiempo, que en las dimensiones astrales transcurre de forma diferente a las físicas, elegirás vivir otra aventura, una nueva experiencia en un nuevo cuerpo físico. Así te reencarnarás, comenzando la vida de nuevo, pero con una inmensidad de conocimiento interno muy superior al de la vida anterior, porque no solo tienes una vida más, sino que también has aprovechado el tiempo entre una encarnación y otra, realizando todo tipo de experiencias que han llenado los recuerdos de tu Alma. Llegados a este punto, te guiaré en una nueva sesión práctica para recuperar los recuerdos de tus vidas pasadas y acercarte así a percibir quién eres realmente, hasta llegar al día en que recordarás, en tu memoria, los recuerdos de tus vidas pasadas. Escucha el audio «Técnica con las Memorias del Ser» o continúa leyendo.

Fin de la página 7 de 7. Si te ha gustado el artículo, comenta a continuación describiendo tus sensaciones durante la lectura o la práctica de la técnica propuesta.